El ser humano moderno ha dejado de cuestionarse el sentido la vida, ese concepto metafísico y trascendental que busca darle una razón de ser al mero hecho de "ser". La causa principal no es haber vislumbrado la respuesta, sino haber colocado unas orejeras para evitar esta nutritiva questión. Estas orejeras están compuestas de unos hilos bien entretejidos que hacen una maraña que cuesta desenlazar y dificulta el mero hecho de ser consciente del problema
El elemento base es la prisa. Es decir, el problema es estar siempre en movimiento sin que nada nos conmueva. El mundo evoluciona, cambia deprisa, lo que ayer era nuevo hoy está desfasado. ¿Pero es realmente el mundo lo que cambia? La tierra sigue bajo nuestros pies, el sol sigue calentando (a veces incluso más que antes) y la lluvia se precipita como siempre. La avaricia de quienes tejen los hilos no se inmuta y crea un tipo de hilo nuevo continuamente. Nosotros, pobres burros cegados, no tenemos más opción que seguir sus sendas que son lo único que vemos tras sus vendas.
Vivimos bajo el yugo de la productividad. Los hilos que nos colocan son pesados. No basta con lo que hicimos hasta ahora, sino que siempre debemos hacer más, llegar al límite de nuestras capacidades y superar continuamente las marcas. Da igual que parte del rebaño no pueda con la presión y termine en llamas.
Además, encontraron la forma de que el rebaño se mueva a pesar del yugo y sin necesidad de azuzarlo. Aprendieron a colocar la zanahoria frente nuestras cabezas. La promesa continua de que la autoexplotación te hará vivir mejor permite que el ganado sacrifique su vida en aras de una vida mejor. La esperanza y la ilusión, sentimientos nobles del ser humano, se convierten en un combustible infinito para la explotación. Un combustible tan fuerte que explica porqué gran parte del rebaño termina quemado.
Lo más interesante de esto es que los hilos no dejan de ser estructuras simples y frágiles en su esencia, elementos que pueden romperse sencillamente si quieres hacerlo. Además, el ganado no está cercado, pues el campo no tiene fronteras, sino simplemente cegado. Por lo que abre los ojos, rompe la venda y cuestiónate cuál es el sentido de la vida, ¿estás de acuerdo con la vida que vives?
Y como todo ganado necesita una oveja descarrilada que inicie el camino, aquí dejo mi reflexión, que como no, lo hago en forma de poema:
El objetivo de la vida
no es acumular riquezas, ni poder ni influencia.
El objetivo de la vida
es vivir en sí, no hay que buscar un fin.
Se trata de aprovechar
cada minuto que a la muerte logramos rascar.
Es el cálido sol de otoño,
el aire fresco de la montaña,
el fuego de la chimenea en inverno
o en verano con amigos una charla.
Vive cada momento como si fuera el último
y párate a contemplar el paisaje,
que los sueños e ilusiones
sean el combustible de tu viaje.