viernes, 30 de octubre de 2015

Oda a la soledad

    No hay ocaso sin alba, como no hay una
despedida sin antes un saludo. A lo largo del día escuchamos el llanto de nuevas vidas y de los que despiden un ser querido. No existen las lágrimas sin nombre ni las sonrisas sin sastre. Las golondrinas regresan del gélido invierno y las personas buscamos el invierno para encontrar el calor de un abrazo. No existe el mañana sin el hoy, un momento único que no se repetirá, un cigarro que se consume vagamente en un
cenicero en la mesa de un bar.

    Todos sabemos que hay días llenos de luz al igual que hay días oscuros. En ocasiones se antepone un obstáculo en nuestro camino. Un te quiero a distancia, una llamada que nunca llega o un abrazo mudo. A veces echamos de menos un gesto, una sonrisa, un "¿que tal estás?"... Sentimos la falta de una persona que amar. Quizás el espacio o el tiempo son los culpables o el destino y su cruel juego inefable. Cada kilómetro es una lágrima y cada segundo una agonía. Un charco donde se refleja esa persona y un diáfano recuerdo en el agua del tiempo que no perdona. Melodías oscuras en noches turbias, donde las lágrimas son la orquesta de tu habitación muda.

    Podrás sonreír y ser feliz. Regalar alegría y esbozar sonrisas. Pero nunca podrás evitar sentir ese frío en el pecho, cuando la primavera se extinguió de tu ocre lecho. Inviernos del cuerpo con el alma desnuda, otoños de una noche insulsa. Es humano sentir tristeza y es de personas echar de menos. Recordar las columnas que son una madre y los cimientos que son un padre. Nunca olvidar que ellos son los Dioses que residen en este templo. Es mi alma una catedral unida con las lágrimas de su sacrificio y edificada con los ladrillos de su esfuerzo, calentada por sus abrazos y habitada por recuerdos. Las sonrisas que dibuja un buen amigo y el olor de esa persona en tus sábanas. El hombro donde llorabas es sustituido esta noche por una fría almohada en tu gélida y solitaria cama.

    Todos sabemos que para que exista una sombra, debe de haber un obstáculo, pero también una luz, todo es cuestión de buscar el ángulo. Ya lo sabía Becquer, tras el invierno volverán las oscuras golondrinas, "volverán del amor en tus oídos las palabras ardientes a sonar; tu corazón, de su profundo sueño tal vez despertará". Lo mejor de no poder estar con alguien es el reencuentro, el abrazo de bienvenida y la sonrisa que lo acompaña. Disfruta siempre cada momento como si fuese el último y cuando eches de menos a alguien mira arriba y piensa que ambos compartís el mismo cielo.

    No son letras vacías ni son bellas palabras, sino una ventana abierta en mi alma... El río que lleva mis lágrimas hasta el mar... Una oda por todos los seres queridos que hoy echo de menos... Una oda a la soledad y melancolía...  Es mi exilio... Es poesía.


   

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